ARMS

La firma ARMS en las obras de este artista plástico, esconde las iniciales del pintor argentino Alejandro Rubén Montero Sprovieri.

Un artista que navega dentro del arte psicodélico.

Pero esto sólo no alcanza para definir su obra, cualquier cuadro que se observe de este artista oculta, a primera vista, un maravilloso y rico pensamiento psicológico y esotérico, de los cuales se nutren sus obras. Este pensamiento del alter-ego de Alejandro, es consciente y está deliberadamente colocado en el lugar que el artista lo pensó. Se puede decir que todo objeto o forma dibujada en la obra tiene un significado y un porqué.

Se puede sintetizar que el arte de ARMS es un viaje a través del color hacia nuestro propio interior. Y donde vemos formas hipnóticas y colores estridentes que parecen salir hacia el exterior, en realidad nos hace repensar el mundo interior.

Bienvenidos al arte de ARMS, en donde la explicación de la obra, es tan interesante como la obra que se ve.

miércoles, 9 de mayo de 2012

Euroafricasia

Euroafricasia


Es la Segunda Parte de la Obra Cartografías Psicodélicas.
En Euroafricasia utilicé colores más fuertes para los continentes y posee más cantidad de pequeños dibujos, si la comparamos con su otra parte, Américas. Eso desde lo descriptivo.
Ahora, desde lo emocional, son proyecciones mías, porque cuando uno dibuja y pinta, proyecta un mundo interno.
Por ejemplo, hay un personaje que se repite en ambas obras, Pimientito, en esta lo podemos ver pintando la Torre Eiffel, en lo que sería Francia, pero es atemporal, porque cerca también está el Partenón. Porque el subconsciente es atemporal. Entonces, el Arte que brota de ese inconsciente tiene que ver con esa atemporalidad.


Esta obra me llevó mucho más tiempo que Américas. La primera obra fue algo fugaz, Rápido, que me broto enseguida. En cambio, Euroafricasia, me insumió mucho más tiempo. Fue algo repetitivo, sentía que cada línea, cada forma, ya lo había hecho antes, aunque realmente no era así. Pero la sensación era que estaba reiterando los mismos trazos. Sentía que me iba a llevar años terminarla. 
Y esa sensación, tiene una razón muy particular. Cuando pinté Euroafricasia estaba enfermo y con fiebre, tomaba antibióticos. Creo, que el malestar físico tuvo que ver con la que plasmé en la obra. Porque a Américas, lo realicé cuando estaba en plena salud, en cambio, Euroafricasia, lo realicé en plena enfermedad. Todo el tiempo, que no estaba con mi rutina de trabajo diario, estuve trabajando en la Obra. Aunque, el Arte en sí, no lo podemos definir como un trabajo, es otra cosa, no tienen nada que ver con el mero trabajo de supervivencia para ganar un dinero, esto es otra cosa. Es como que fue ese otro tiempo, ese otro lado, que es necesario y no lo tenemos en cuenta. Tenemos en cuenta otras cosas, y, no nos damos cuenta, que lo que sí tenemos en cuenta, se basan en esta fantasía creativa, en esta otra forma de reformularse el mundo.


Pero la obra me costó porque estamos acostumbrados a vivir en una frecuencia, y al cambiarla, a veces nos sentimos incómodos, a veces, se rompe el espacio - tiempo y parece como una repetición de lo mismo, en el mismo segundo que no termina de pasar. Pero esto, tiene que ver con el otro lado, con el que nos tenemos que amigar y hacer que brote, que salga el evento creativo, porque es un Evento. No sólo es la obra, es ese momento y ese espacio en la que fue concebida, que son únicos y diferentes. Y si nosotros podemos trasladar eso a la vida cotidiana, se eternalizaría, sería algo eterno. Pero también esta forma de ver, de posicionarse, no es común en la vida cotidiana, pero si uno logra eso, cambiaría la perspectiva total de todo. Porque el mundo sería otro, y cada cosa tendría otro tipo de importancia.


Imagínense un trabajo más convencional, asalariado, encarado desde este punto de vista.
Hay un cuento chino muy antiguo, que hablaba de un carnicero, que practicaba el Tao, y cuando realizaba su trabajo, que, se podría calificar como profano y agresivo, implementaba esa sabiduría. Buscando encontrar su equilibrio. En el cuento, da la sensación, porque no está explícito, de que el carnicero es vegetariano. 
Es algo difícil de entender, pero si uno lo va a sentir, tal vez, no sea tan difícil de entenderlo. Porque si nos fijamos en el fondo de cada pensamiento, hay un sentimiento, que es aquel que le da autenticidad. Cuando está el sentimiento cae toda la falsedad de las palabras.


Y la imagen nos impresiona de una forma que queda nítida, queda estática. Uno abre los ojos y lo ve, está la impronta de la imagen. En cambio el sonido, es efímero, aparece y se va. Y es mucho más fácil que nos engañe un sonido que una imagen. Porque nos da otro tiempo, hay otra temporalidad en la imagen, que, en el sonido no está.


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